Debemos entender que valorar y escucharnos primero es lo contrario a ser egoísta, cuando más me reconozco más le sirvo a los demás.Aprendemos desde muy chicos a conformar a los demás, primero son nuestros padres y luego vendrá una larga lista de personas y situaciones que anteponer ante nosotros, condenando a tiempos futuros nuestras necesidades, opiniones y deseos. La educación que recibimos equipara falsamente al egoísmo con actitudes donde lo que motiva es la autopreservación, independencia y autovalía. Con el tiempo vamos entendiendo a los intentos de escuchar nuestras necesidades y atenderlas como lo que no son, actos egoístas y al mismo tiempo desterramos conductas más cercanas a lo que debemos atender, nosotros mismos. Por eso más de una vez escuchamos que la culpa de haberse privilegiado o priorizado es grande ya que se la califica como un gesto egoísta. Nada más lejos al egoísmo que la autovalía y el hecho de atender nuestros motivos y necesidades, no porque ellos sean más importantes que los de los demás, sino porque en la medida que los atiendo mejor será mi relación con los otros en sus demandas y necesidades. Para pretender salvar a una persona en una situación de emergencia antes debemos estar a salvo nosotros, algo tan obvio funciona de la misma manera en éste sentido. Si no me tengo, no puedo dar nada a mí alrededor y eso necesariamente implica un cambio de paradigma y mirada sobre nuestros prejuicios aprendidos y calificaciones erróneas. El egoísmo alude al ego, a una mirada narcisista basada solo en la mezquindad de satisfacer un deseo sin importar si éste pisa la cabeza del que está a mi lado. Debemos entender que valorar y escucharnos primero es lo contrario a ser egoísta, cuando más me reconozco más le sirvo a los demás. Tenemos una cantidad enorme de prejuicios simplemente porque más de una vez no cuestionamos y preferimos seguir de largo, porque es más fácil seguir siendo esclavo que reclamar nuestra libertad. Tu acción en el mundo, empieza por ti. Claudia Chirino]]>