Recibimos la nueva estación, de Otoño (aquí en el hemisferio sur) o de Primavera (en el hemisferio norte). Sin embargo, esta es una historia poco conocida en el mundo moderno, por un simple motivo que vamos a contar resumidamente a continuación: Hace relativamente poco tiempo, en el año 1582, el papa Gregorio XIII al reemplazar el calendario juliano por el que hoy está en vigencia y lleva su nombre, determinó para todos los países católicos que el año comenzara el 1 de enero, supuesto día de la circuncisión de Jesús (octavo día después de su nacimiento). Hasta allí y durante miles de años, había habido coincidencia en el mundo en festejar el año nuevo el 21 de marzo, excepción hecha de algunos pocos pueblos, entre ellos, el judío, el chino, el musulmán y los originarios de Sudamérica. Fuera de estos pueblos, los primeros en el mundo en cambiar la tradición del 21 de marzo fueron los países católicos y sus colonias, en nombre de su obediencia al Papa, a partir de 1583; pero los restantes hicieron caso omiso y continuaron durante varios siglos más festejando su año nuevo en aquella fecha. Fue el caso de Gran Bretaña, que recién en el siglo XVIII adoptó el calendario gregoriano; y también el de Rusia, donde curiosamente, la Revolución Bolchevique que abolió los cultos, fue la que en 1917 impuso el calendario de la Iglesia católica. Como puede verse, aunque parezca una novedad decir que el año nuevo comienza el 21 de marzo, es exactamente al revés: la “novedad” es celebrarlo el 1 de enero.Entre el 20 y 21 de marzo, se abre un nuevo ciclo energético y el Sol ingresa en el signo de Aries, dando comienzo al VERDADERO AÑO NUEVO ASTROLÓGICO.