Que lo que pensamos, no es la realidad, es algo que nos confunde profundamente, puesto que actuamos como si así fuese. La mayoría de nosotros estamos atrapados en esta confusión, simplemente por que no hemos aprendido a distinguir. Nos han educado para muchas cosas, pero no para algo tan esencial como distinguir entre la realidad y los pensamientos. Nuestra sociedad está construida sobre esta tremenda confusión, y esta es la causa por la que hay tanta resistencia al cambio. Estamos tan hipnotizados con nuestros deseos (pensamientos de como debe ser la realidad) que normalmente no tenemos ni idea de la realidad en la que vivimos. Estamos, literalmente, perdidos en nuestros pensamientos.
Los pensamientos son abstracciones de la realidad, con el objetivo de simplificar la realidad multidimensional a un concepto lineal y mental. Esto nos ayuda a orientarnos y de este modo podemos manejar de forma eficaz los asuntos prácticos, pero cuando se trata de sentir (vivir), de tener una experiencia, los pensamientos son totalmente inútiles.
Por ejemplo; una cosa es decir te quiero y algo muy diferente es sentir ese amor, nos podemos hacer muchas conjeturas sobre como es el amor, pero solo sabremos realmente lo que es, cuando es experimentado.
El conflicto radica en hacer de los pensamientos una realidad, el hecho de pensar en si es algo real, pero los pensamientos son sólo una creación de la mente. Y esta creación mental, siempre será dependiente de la interpretación de las circunstancias que lo crearon (la estructura de la mente). Reducimos la realidad a simples pensamientos e intentamos encajarla en nuestras estructuras mentales. Este comportamiento es una forma de violencia hacia uno mismo y el mundo.
Esta errónea interpretación de los hechos se interpone a la vida misma, y por esta razón estamos en conflicto casi constantemente con la realidad. Por ejemplo nos vamos a la guerra con el concepto “mi país”, este es un pensamiento totalmente abstracto sin substancia real, y sin embargo se llega a convertir en lo mas importante, más aún que la propia vida. El concepto “mi país” llega a ser más importante que las personas que lo habitan, nos llegamos a matar los unos a los otros por simples conceptos mentales, y esta es la locura de nuestro mundo. Esto es solamente un ejemplo extremo de la estructura del Yo, declarar sus pensamientos realidad, a una escala menor es el enfado en el atasco de trafico cuando tenemos prisa, el mal estar ante una factura inesperada, el niño que no quiere estudiar…etc.
K. Ramser
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