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Despertares

Despertares

Esas mañanas infinitas en las que dejarte IR.

Los mejores despertares dejan que te despereces hasta que el bostezo parece interminable y tu cuerpo convulso se estira hasta más allá de tus dedos. Los mejores despertares no tienen una hora de inicio, ni de final. Los sientes, los disfrutas, los vives desde tu piel hacia dentro y abrazas con ellos una sensación de descanso a la que no estás acostumbrado. Los mejores despertares saben a camas deshechas, a sábanas enredadas, a zumos, a descanso, a dicha, a sueño. Los encuentras en apasionante compañía…o en una confortable soledad, los hay en blanco y negro, en rosas, en azules, finitos o eternos. Saben a besos, a piel, a saliva. Saben a realidad, a risas, a deseo. Saben a ti y a su cuerpo. Los mejores despertares pasan por el fuego de sus ansias, por las ganas, por su pecho. Pasan por sus temores y por tus miedos. Por un domingo entero, por una despedida y algún que otro encuentro. Pasan por el momento en el que pasó. Pasan por suspiros en tu cuello, por tu piel en sus labios, por tus manos impacientes, por sus secretos evidentes. Pasan por una trampa al despertador, por un teléfono sin batería, por un día sin principio y una noche de calor. Los mejores despertares son quien te acompañe, son horas sin minutos porque no hay sitio para el tiempo, ni el hambre, ni el aburrimiento. Los mejores despertares roban almas cándidas que adoptan formas aladas con las que escapar por la ventana. Arropan esperanzas, y proyectos. Clarifican emociones, desordenan prioridades, te desvelan, te tientan, te atrapan, se van, vuelven  y te mecen entre su intención y su misterio. Los mejores despertares dejan atrás un descanso placentero, una jaula de algodones donde quieres quedarte a revisar tus sueños. Los mejores despertares dicen: ” quédate a mi lado, ámame una vez más, déjate ahora de miedos”. Dicen: “los niños están dormidos…tenemos tiempo”. O nos susurran al oido: “un poquito más y me despierto”. Los mejores despertares están en la sonrisa que quieras regalarte, en la mirada con la que te vistas, en ese sol sin nubes que te calienta y te despista. Los mejores despertares están en el día que estés dispuesto a vivir ( o a dormir). Están en amar o dejarte amar. Están en el segundo café, en el primer beso. En un “buenos días” o en un “dulces sueños”. Los mejores despertares, están en ti.
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