Si hay algo que es incuestionable e innegable es el fenómeno universal del cambio, nadie escapa a ello ya que todo cambia a pesar de nosotros y en nosotros.La oruga quizá nunca sabrá que en abrir y cerrar ojos una mariposa agitará alas olvidando su pasado terrestre y rastrero, los cambios representan esas pequeñas muertes que nos caen cerca como misiles a veces y otras como lluvia de bendiciones. Sucede que nuestra vida está ciertamente minada de cambios y transformaciones ya que sin ello sería imposible hablar de movimiento constante y evolución. Los ciclos de la vida de la gente son moneda corriente, pero observo graves temores cuando efectivamente esos se producen y empiezan a notarse. Somos proclives a disimular en lo que nos hemos transformado luego por ejemplo de crisis donde hay cambios de valores, cambios estéticos e incluso de actividades incluídos trabajos. Es que la mirada de los demás nos persigue y desde afuera no se digiere para nada bien que hayas osado cambiar eso que los demás se habían habituado a tratar y conocer. Los primeros que montan en desconcierto y desagrado por los cambios que producimos son los que conforman tu núcleo íntimo familiar, ellos combaten duramente a aquel que se salió repentinamente de la norma que lo hacía predecible y aceptado dentro del clan familiar. Luego serán los amigos, los que poco a poco se alejarán y te debatirás entre salir al mundo con éste nuevo ser que eres o seguir ocultando los rasgos y rastros de tu nueva imagen. Los que cambian optan por silenciar para evitar confrontar muchas veces y la sensación de poca autenticidad se apodera de ellos. Es muy común observar que ésta situación al no ser absorbida y aceptada dentro de la familia provocará rupturas conyugales, alejamientos y reyertas permanentes. Cambiar es evolutivo y necesario pero a la hora de producirse son pocos los que acompañan a quienes empezaron a hacer su proceso de ser más parecidos a sí mismos.]]>